Lula inicia su trayectoria política con reveses, visita los feudos del PT y las alcaldías en el horizonte

La agenda interna y los viajes a Brasil serán la prioridad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de 78 años, en este segundo año de su mandato después de que, durante el primero, se multiplicaran las visitas al mundo extracomunitario que significó la regresión con fuerza de Brasil en el ámbito internacional. Lula inició este viaje de dos días en Bahía, Pernambuco y Ceará, en el noreste, región donde el Partido de los Trabajadores obtuvo mejores resultados electorales. “Con este viaje quería anunciar que me iba a Brasil”, dijo. De cara a las elecciones municipales del próximo octubre, el presidente ha anunciado obras, retrocesos y presidirá tomas de posesión para financiar su base electoral y recuperar fuerzas del desbarajuste sufrido por el PT en municipios anteriores.

El representante y líder de la nación brasileña, que la semana pasada recordó el primer aniversario del fallido choque con el boicot al bolsonarismo y sus alias, agregó: “Me encontré con un país devastado por una plaga de langostas, tras el último gobierno. La política pública ha sido desmantelada. Puede que haya años en los que no se amplió la alimentación escolar, por ejemplo.»

Durante el año pasado, Lula visitó 24 países, entre ellos Estados Unidos, China, Argentina y varios países de Europa y África. Han pasado más de dos meses desde Brasil y han sido varias semanas de tratamiento médico después de que le implantaran una prótesis cardíaca. En 2024, los aviones también viajarán mucho, pero en casa, como informó el mismo antes de fin de año. “Iré mucho al extranjero en 2023. Pero me iré al extranjero Lulinha que debería estar preparado para 2024 Janja [su esposa] y viajemos por este país. Vayan a viajar mucho aquí porque el país necesita motivación».

En el horizonte están las elecciones municipales y el PT tiene absoluta urgencia de mejorar el resultado de 2020, cuando no conquistó ninguna capital estatal y quedó con menos poder municipal que nunca en sus cuatro décadas de historia. Dos años después, Lula propuso la misión de salvar la democracia de Bolsonaro y reunió un amplio espectro de siglas para ganar las elecciones presidenciales.

El desafío es importante porque, aunque hoy sea el partido más sólido y establecido de Brasil, el gobierno ahora está en coalición. El Gabinete de Lula incluye representantes de más de una decena de partidos que se disputarán los municipios por separado. Además, el Centro, constelación de siglas de centroderecha que domina el Congreso y es el verdadero campo de equilibrio de la política brasileña, sigue escoltado hacia el movimiento ultraderecha liderado por el expresidente Jair Bolsonaro. Lula, en todos los sentidos, cortejó a los jefes del Centro (el gran centro) con cargas y subvenciones para sus feudos. Pero aunque se caiga, le dan un susto. Estos jóvenes, los parlamentarios del lobby evangélico (uno de los seis) protestaron contra Lula pidiendo una exención de impuestos sobre disfrutaban.

Aunque este primer viaje de 2024 sea una de las regiones más ricas de Brasil, no estará en el centro de la agenda social ni de seguridad, pero anunciará nuevos retrocesos públicos para la industria y los militares dentro del plan estrella del Gobierno para estimular la economía con 350.000 millones de dólares. En Pernambuco, país donde nació y vivió hasta que emigró con su madre y su marido a São Paulo en los últimos seis años, Lula visitó la refinería más moderna de la petrolera Petrobras y anunció que los trabajadores regresaban. El refinamiento de estos temas se convirtió en un símbolo de la destrucción de fondos públicos y de la corrupción que persiguió a la investigación Lava Jato, en la que Lula fue condenado y encarcelado para una sentencia posteriormente anulada.

En su discurso, el presidente reiteró una vieja acusación nunca probada, según la cual ese caso judicial fue obra de «un juez y un recaudador de impuestos de este país subordinados al Departamento de Justicia de EEUU porque EEUU no quiere tener una empresa como Petrobras», la joya de la corona de la economía brasileña.

Guiños en el cuartel militar

Varios de los otros actos previstos suponen pautas claras hacia el Estado militar, con el hecho de que el presidente izquierdista mantiene una relación particularmente delicada entre el intento de golpe de Estado en el que culminó en los años de Bolsonaro. Inaugurarán en Salvador de Bahía un parque tecnológico de investigación aeroespacial, diseñado por el Ministerio de Defensa. En Recife (Ceará), presidirá el relevo de un jefe militar, además de dar el primer impulso a una nueva academia de sargentos. Ya en sus primeros mandatos (2003-2010), Lula intentó persuadir a los jefes militares y al PT con retrocesos en las Fuerzas Armadas.

El buen e inesperado desempeño de la economía le da oxígeno a Lula. Si se espera que el PIB llegue a 2023 con un aumento de alrededor del 3%, triplicando lo previsto doce meses antes del inicio del mandato, se contrarrestarán sin duda las dificultades que supone no tener una mayoría parlamentaria. Su popularidad es maravillosa, pero todavía ronda el 40%.

En las próximas semanas, el presidente tiene previsto viajar al territorio más complicado, más hostil por la polarización, en Minas Gerais y Santa Catarina, en los estados gobernados por Bolsonaro. En la primera, Lula ganó las elecciones presidenciales por décimas; en el segundo, su rival de extrema derecha se llevó el 70%.

En política exterior, el Gobierno de Brasil ha caído en la presidencia del G20, de la que ostenta hasta fin de año. Entre los objetivos, algunos son antiguos, como reformar la gobernanza global para reflejar mejor el actual equilibrio de poder. Otros, a su vez, son nuevos, como el proyecto de creación de instrumentos financieros internacionales para luchar contra la emergencia climática o los programas sociales.

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